Problemas posturales de la columna vertebral

Una parte fundamental de nuestra salud y bienestar pasa por mantener una buena forma física. De esta manera, nuestro tono muscular permitirá que mantengamos una postura erguida, manteniendo la espalda en la posición correcta en todo momento, permitiendo que –además- ésta sea resistente a esfuerzos o posturas forzadas puntuales, reduciendo la posibilidad de que tengamos una lesión. Cuando no es así, nuestra musculatura proporciona un soporte más laxo a nuestra espalda, de manera que es fácil que tengamos malas posturas que terminen en dolores y contracturas musculares.

La espalda es una estructura física que tiene como función principal proteger la médula espinal pero también mantener el cuerpo erguido y en equilibrio, sostener la cabeza y permitir flexibilidad y movimiento; por tanto debe ser una estructura sólida a la vez que flexible. Para proporcionar estas — y otras — funciones, la espalda está compuesta por un conjunto de huesos y músculos cuya biomecánica debemos conocer mínimamente para cuidarla de forma correcta.

La columna vertebral está formada por un conjunto de treinta y tres vértebras, separadas por veintitrés discos intervertebrales. Las vértebras se nombran en función de la zona que ocupan, por tanto tendremos siete cervicales que soportan la cabeza, doce dorsales que soportan la parte alta de la espalda y cinco lumbares en la parte baja, seguidas de las últimas nueve vértebras, que se encuentran fusionadas en los huesos sacro y coxis. Los discos intervertebrales —compuestos en un 90% de agua— sirven de amortiguador entre las vértebras y es suficiente con un número menor por la fusión de las vértebras que forman el sacro y el coxis. Tanto los discos como las vértebras son muy resistentes y la forma en la que están unidas proporcionan solidez y flexibilidad a la espalda: si miramos la columna de frente, es una recta vertical pero si la miramos de perfil, observamos unas curvaturas que le aportan mucha resistencia a la carga del peso de nuestro cuerpo, es decir, en sentido vertical. Además, cada vértebra tiene un agujero de manera que entre todas forman el canal medular, por donde pasa la médula espinal. Esta estructura de hueso, junto con el sistema muscular de la espalda, son los encargados de proteger este importante canal nervioso.

La otra parte fundamental de nuestra espalda es la musculatura. Los músculos abdominales —recto y transverso del abdomen— se encuentran en la parte del vientre y protegen los órganos internos. Estos junto con el psoas-iliaco —que se extiende desde la última vértebra dorsal hasta los muslos— ayudan a flexionar la columna. Los músculos paravertebrales se encuentran en la parte posterior del tronco y se extienden desde la nuca hasta la pelvis. Además, los glúteos junto con el piramidal y los isquiotibiales ayudan a dar una base estable a la columna.

Nuestro ritmo de vida incide directamente en nuestra salud. En el caso de la espalda, si no tenemos un tono muscular adecuado o no cuidamos las posturas que adoptamos a lo largo de nuestra actividad diaria, es más que posible que en algún momento nos aparezcan molestias. Si llevamos una vida sedentaria sufriremos de una falta de fuerza en los grupos musculares que contribuyen al buen funcionamiento de nuestra espalda, facilitando la aparición de contracturas y lesiones. Debemos lograr integrar en nuestro día a día hábitos posturales adecuados con el fin de conseguir minimizar los riesgos de lesión.

Existen muchos malos hábitos en el día a día que alteran la forma natural de nuestra columna vertebral. ¿Quién no ha hablado alguna vez sujetando el teléfono con el hombro? Al inclinar la cabeza estamos desviando la columna a una posición forzada, aumentando el riesgo de lesión en los discos vertebrales. También es habitual —sobre todo en mujeres— llevar el bolso en bandolera, de manera que el peso cae sobre un lado mientras se altera la postura corporal para compensar la carga. Incluso si nos sentamos y tenemos la cartera en el bolsillo trasero del pantalón —en este caso la mayoría de casos es en hombres— estamos añadiendo al glúteo una cuña que desalinea la base de la columna. Tampoco debemos sentarnos en los bordes de las sillas, pues forzamos la zona lumbar innecesariamente.

La higiene postural aglutina un conjunto de pautas que nos indican cómo mantener una posición correcta del cuerpo —principalmente de la columna vertebral— tanto en estados de reposo como de actividad. El principal objetivo es disminuir la aparición de lesiones y dolores. En caso de la aparición de dolor, estas pautas también nos indicarán cómo mitigarlos.

Por ejemplo, a la hora de levantar cargas, será menos dañino para nuestra espalda si en lugar de flexionar el tronco y realizar la carga con la espalda, doblamos las rodillas y realizamos el impulso de carga con las piernas manteniendo la espalda recta, o cuando realizamos la compra, es preferible repartir la carga en varias bolsas y así llevarla con ambas manos, de manera que la columna realice la carga en posición vertical. Otras de las recomendaciones son las que se deben aplicar a la hora de estar tumbado, donde lo ideal es que la espalda se encuentre apoyada en la posición que tiene de forma natural cuando estamos de pie; esto puede conseguirse colocándonos en posición fetal, o bien boca arriba con las rodillas flexionadas.

Hoy en día es muy habitual el trabajo de oficina, con lo que es importante aplicar una correcta higiene postural durante la jornada laboral. Puesto que vamos a estar varias horas al día sentados, debemos contar con una silla de oficina que nos permita adaptarla a nuestra fisonomía particular, por lo que es necesario que tanto el asiento como el respaldo sean regulables en altura, con el fin de poder colocarnos correctamente respecto a nuestra mesa de trabajo: espalda recta con la zona lumbar apoyada sobre el respaldo, piernas en ángulo recto con los pies en el suelo —o complementado con un reposapiés en caso necesario—, codos a la altura de la mesa para evitar inclinaciones excesivas sobre el puesto de trabajo, reposabrazos que nos sirvan como punto de apoyo a la hora de realizar movimientos, y si la sillas es giratoria con ruedas —cinco para evitar sorpresas— mejor que mejor. Tampoco tenemos que olvidar la importancia de estar de frente a nuestro foco de trabajo —por ejemplo un monitor—, tener una iluminación adecuada y por supuesto, de realizar los descansos oportunos para relajar la postura de la columna.


Por tanto, es importante conocer las pautas de higiene postural que debemos aplicar en nuestro día a día con el fin de evitar problemas posturales. Contar en nuestro trabajo con una silla de oficina que nos permita sentarnos de manera adecuada y desarrollar actividades físicas que nos saquen de la rutina sedentaria son buenos hábitos que nos ayudarán a mantener la postura natural de la espalda.

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