El arte de lo cotidiano: Una y tres sillas

Los objetos que nos rodean, aquellos con los que interactuamos cada día son los que crean el mundo. Pero estos objetos no forman parte de nuestro mundo, no existen como tal hasta que no les damos un nombre, una explicación; no forma parte de nuestras vidas hasta que no adquieren un significado y, de esta manera, pasa del mundo de las ideas a formar parte de nuestro entorno.
 
La visión del arte cambió con las aportaciones de Marcel Duchamp (1887-1968), un artista y ajedrecista francés que apostó por presentar los objetos como ideas y crear arte a partir de estos, de tal manera que no se viesen como meros objetos decorativos. Parece que existe cierto consenso en el mundo del arte en situar a Duchamp y sus ready-mades como el origen del arte conceptual.
 
En este marco, en el arte conceptual prevalece la visión de los objetos como la idea del mismo, como elementos conceptuales sobre su representación física o la propia realización artística. De esta manera, la exhibición final de la obra carece de valor respecto al proceso creativo y a la elaboración de la obra, así como los productos intermedios: bocetos, apuntes, etc. Es esta una forma de expresión donde los objetos presentados invitan a la estimulación intelectual de quienes los observan, destacando en una obra de arte esta capacidad de estimulación sensorial. Los medios utilizados para llevar a cabo esta ardua tarea son el texto, la fotografía y el vídeo, los cuales presentan todas las característica necesarias para llevar a cabo la misión de que la idea tras la obra es más importante que la obra en sí.
 
Dentro de esta corriente artística encontramos a unos de los padres del conceptualismo: Joseph Kosuth (1945-), artista estadounidense formado en el campo artístico así como en las disciplinas de la filosofía y antropología. Su trabajo abraza las ideas artísticas de Duchamp, pero también las teorías de los filósofos Ludwig Wittgenstein (en cuyo homenaje tituló a sus obras más conocidas como Investigaciones) y A. J. Ayer.
Uno de los problemas que a los que se enfrentó Kosuth es la disrupción que hay entre las palabras y los objetos definidos por estas, de ahí su indagación en las teorías de Wittgenstein y A. J. Ayer; a través de las cuales descubre que la realidad se encuentra en el lenguaje, que es lo único que permite la posibilidad de conocer y comunicar la realidad. De esta manera, Kosuth  aplicó las teorías del lenguaje al arte; las ideas y significados de los objetos pasaban a formar parte de la propia obra, adoptando el paso de la apariencia al concepto y reivindicando el proceso mental para llegar a un resultado artístico, destacando que el arte es mucho más que la presentación de objetos decorativos.
 
Desde su etapa más temprana como artista y tras completar sus estudios en la School of Visual Arts de Nueva York, desarrolla una básica teórica en sus obras y se convierte en uno de los líderes del arte conceptual, con una clara intención de liberar al arte del encadenamiento al que son sometidas las formas, que lo reducen a meras apariencias. Además, se revela como el abanderado de una corriente que siente un rechazo absoluto por la producción y la visión mercantilista de las obras de arte. Este radical planteamiento de la creación artística, visto como un mero producto de consumo, pretende ser eliminado – en el arte conceptual en general y de la obra de Kosuth en particular- mediante la reducción de las obras de arte a la mínima expresión objetual. Pese a este rechazo, en la actualidad su obra se exhibe en los más importantes museos del mundo.
 
En 1966, Joseph Kosuth presentó Art as Ideas as Idea, obra precursora de las ideas que presentaría posteriormente en su artículo Art after Philosophy. En esta obra de 1966, establece el paradigma del arte conceptual tomando como esencia de meditación el lenguaje y la representación a través del mismo. En este trabajo expuso una visión intelectual del arte y cómo la propiedad primordial del arte es una concepción filosófica y lingüística, llegando a afirmar que “el arte es, de hecho, la definición del arte”.
 
Su obra de 1969 Art After Philosophy se convierte en su principal manifiesto donde cita a Duchamp (y sus ready-mades) como el verdadero creador de la revolución artística. Es esta una obra reivindicativa donde aborda el arte como un proceso filosófico y lingüístico a través de elementos que adquieren cuerpo en el mundo real mediante el uso de textos y lo transforman, desmaterializándolo. Es esta desmaterialización del arte la base de lo que se considera el arte conceptual, otorgando toda la importancia a la idea y sometiendo al soporte de la misma a algo totalmente prescindible.
 
A partir de 1965, Kosuth comienza con sus “pre-investigaciones”, de las que surge la que fue con toda probabilidad su obra más célebre “Una y tres sillas” (One and three chairs. 1965). Con tan solo 20 años crea la que se considera primera instalación conceptual. En ella presentó una silla plegable, una fotografía de esta silla a tamaño real y un letrero que con la definición del término “silla” obtenida del diccionario.
 
Con esta obra, el artista conceptual pone de manifiesto que no es necesaria la creación de los objetos; resulta suficiente la definición de los mismos. Con la elección de objetos cotidianos, en este caso una silla (en principio sin ningún tipo de vinculación con el arte), Kosuth convierte el objeto en arte y consigue alejarlo de cualquier connotación decorativa. Sin embargo, a través de esta obra genera un concepto global: el objeto (la silla), su representación (a través de la fotografía) y la definición (texto). En la obra se confrontan tres situaciones con un vínculo lingüístico. Parece estar preguntándonos ¿es un mismo elemento?¿Son tres situaciones diferentes? Con esta representación se propone hablar de la realidad tratando de captar la naturaleza conceptual de la obra de arte a través del lenguaje, contribuyendo a la reducción del objeto a un mero elemento decorativo y exponiendo su componente filosófico e intelectual. El propio artista señaló que “El arte que yo denomino conceptual lo es porque se basa en una investigación en torno a la naturaleza del arte”.
 
Con la obra “Una y tres sillas” comienza el estilo antiformalista; el uso de un código se aproxima a la realidad a través de una misma reflexión desde perspectivas distintas. Se trata de un código bífido con un componente visual y verbal.
 
En su reacción  contra el formalismo, separando entre estética y arte, la definición de obra de arte por el propio autor, no deja lugar a dudas de lo que pretende con su obra: “las obras de arte son proposiciones analíticas. Es decir, si son vistas dentro de su contexto -como arte- no proporcionan ningún tipo de información sobre ningún hecho. Una obra de arte es una tautología por ser una presentación de las intenciones del artista, es decir, el artista nos está diciendo que aquella obra concreta de arte es arte, lo cual significa que es una definición del arte. Por eso, que es arte es ya una verdad a priori (que era precisamente lo que Judd quería decir al constatar que «si alguien dice que es arte, lo es»)”.
 
Pese a que “Una y tres sillas” es considerada una obra emblemática del arte conceptual, no ha estado exenta de polémica; siendo calificada por algunos críticos -como es el caso de Catherine Millet- como una obra puramente formalista, en contradicción con la visión de Kosuth.
 

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